1. Los ojos traducen la luz en señales de imágenes para que el encéfalo las procese
2. El oído utiliza huesos y líquido para transformar las ondas sonoras en señales sonoras
Música, risas, bocinas de los autos, todas llegan a los oídos como ondas sonoras por el aire. El oído externo actúa como embudo para transportar las ondas por el canal auditivo (el meato acústico externo) hasta la membrana timpánica (“tímpano”). Las ondas sonoras golpean la membrana timpánica, y crea vibraciones mecánicas en la membrana. La membrana timpánica transfiere esas vibraciones a los tres pequeños huesos, conocidos también como huesecillos del oído, que se encuentran en la cavidad llena de aire del oído medio. Esos huesos, el martillo, el yunque y el estribo, transportan las vibraciones y golpean contra la abertura al oído interno. El oído interno consiste en canales llenos de líquido, incluida la cóclea, con forma espiralada. Cuando se produce el golpe de los huesecillos, células pilosas especializadas que se encuentran en la cóclea detectan ondas de presión en el líquido. Activan receptores nerviosos, con lo que envían señales a través del nervio coclear hacia el encéfalo, el que interpreta las señales como sonidos.
3. Receptores especializados en la piel envían señales del tacto al encéfalo
La piel consta de tres capas principales de tejido: la capa externa (epidermis), la capa media (dermis) y la capa interna (hipodermis). Células receptoras especializadas que se encuentran en estas capas detectan las sensaciones táctiles y transmiten señales a través de nervios periféricos hacia el encéfalo. La presencia y la ubicación de los diferentes tipos de receptores hacen que ciertas partes del cuerpo sean más sensibles. Por ejemplo, las células de Merkel se encuentran en la región más interna de la epidermis de los labios, las manos y los genitales externos. Los corpúsculos de Meissner se encuentran en la parte más superior de la dermis de la piel sin vello, como la yema de los dedos, los pezones y las plantas de los pies. Ambos receptores detectan el tacto, la presión y la vibración. Otros receptores del tacto incluyen los corpúsculos de Pacini, que también registran presión y vibraciones, y las terminales libres de nervios especializados que perciben el dolor, la picazón y las cosquillas.
4. Olfato: Sustancias químicas en el aire estimulan señales que el encéfalo interpreta como olores
El sentido que detecta los olores se llama olfato. Comienza con receptores nerviosos especializados ubicados en estructuras similares a vellosidades, denominadas cilios, en el epitelio en la parte superior de la cavidad nasal. Cuando olemos o inhalamos por la nariz, algunas sustancias químicas que se encuentran en el aire se unen a estos receptores. Esto desencadena una señal que viaja en dirección ascendente por una fibra nerviosa, a través del epitelio y la estructura ósea de la cabeza, hasta los bulbos olfatorios. Los bulbos olfatorios contienen cuerpos de células neuronales que transmiten información a través de los nervios craneales, que son extensiones de los bulbos olfatorios. Envían la señal hacia los nervios olfatorios, hacia el área olfatoria de la corteza cerebral.
5. Asiento de los corpúsculos gustativos: la lengua es el principal órgano del gusto