No soy un escritor
Por Breyner Jiménez Noya
La escritura a menudo se percibe como un arte reservado para unos pocos talentosos, es fácil caer en la trampa de creer que uno mismo no tiene el don necesario para escribir. Pero en realidad, todos somos escritores en potencia.
La idea de que apenas unos pocos privilegiados tienen el talento de escribir solo sirve para limitar el potencial creativo de muchas personas. La escritura es una habilidad que se puede desarrollar con práctica y dedicación. No se trata de producir obras maestras, sino de utilizar las palabras para comunicar ideas, emociones y experiencias de manera efectiva.
Cada vez que escribimos un mensaje de texto, una publicación en redes sociales o incluso una lista de compras, estamos ejerciendo nuestra capacidad de escritura. No importa si lo que escribimos es breve o informal, lo importante es que estamos utilizando el lenguaje para expresarnos y comunicarnos con los demás.
La escritura también puede ser una herramienta poderosa para explorar nuestros propios pensamientos y emociones. Llevar un diario, por ejemplo, nos permite reflexionar sobre nuestras experiencias para entenderlas mejor. Escribir puede ser terapéutico, ayudarnos a procesar emociones difíciles y encontrar claridad en momentos de confusión.
Con suficiente práctica, todos podemos encontrar nuestra propia manera de escribir. Con un estilo y una voz propia. Cada palabra que ponemos sobre el papel, o la pantalla, contribuye al legado de todos aquellos que han escrito antes de nosotros, los que escriben ahora y los que están por escribir. Cada palabra y cada voz enrique la escritura con la tan necesaria diversidad.
Tal vez cuando digo que no soy escritor, me refiero a que nunca he ganado ningún premio por mis escritos y a que no hay libros con mi nombre llenando los estantes de bibliotecas y librerías. Pero lo cierto es que la mayoría de nosotros no llegará a dar un discurso de agradecimiento por un premio Nobel de literatura, al igual que la mayoría de pintores o músicos seguramente pasarán sus carreras sin mayor reconocimiento, pero eso no los hace menos dignos de su oficio.
Al final reconozco que sí soy un escritor (sino no hubiera podido escribir esto) y, apuesto a que tú también lo eres. Todos tenemos la capacidad de comunicarnos a través de las palabras, usando papel y lápiz, o un teclado y una pantalla. Lo primero que necesitamos es reconocer y celebrar esa habilidad en nosotros mismos y en los demás.
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